REGALÍAS Y FEDERALISMO FISCAL
Por: Juan Benavides
Director
CIDER – Universidad de Los Andes
La
Constitución de 1991 redujo el papel de las gobernaciones al construir un
Sistema General de Participaciones orientado hacia los municipios y al haber
reducido las fuentes fiscales departamentales. Esta situación cambió en 2011
con la redistribución de las regalías indirectas, antes concentradas en entes
territoriales productores de hidrocarburos y minerales. Los dineros se reparten
ahora con base en indicadores que incluyen las necesidades básicas
insatisfechas (NBI). Una parte importante de estos dineros va a inversión y un
10% de los mismos a Ciencia, Tecnología e Innovación.
Las gobernaciones ahora tienen presupuesto (cíclico con los precios de los
bienes básicos) y, dado que Colciencias y el Sistema Nacional de Investigación
-si es que existe- no se han fortalecido, tienen la voz cantante en las
decisiones de investigación del país. Cuando uno se olvida de la debilidad
institucional, distribuir recursos luce positivo en equidad.
Pero, por una parte, en el caso del conocimiento, las ideas florecen con mayor
intensidad en las aglomeraciones: cuando la población de una ciudad se duplica,
los indicadores de producción, salarios o patentes aumentan un 15% per cápita.
Al tiempo, los costos de infraestructura se reducen aproximadamente un 15% per
cápita, por coincidencia. Las grandes ciudades como Bogotá, Medellín,
Cali o Barranquilla pueden producir más ideas a menor costo unitario.
Por otra parte, la evidencia empírica mundial comprueba que se usan mejor los
recursos fiscales locales que los recibidos de recursos centrales. Con el nuevo
“maná” caído del cielo, el riesgo de captura por intereses especiales es
inmenso. Se requieren instancias que pongan en línea las investigaciones con
las necesidades del país como un todo. Ni Colciencias ni el Departamento
Nacional de Planeación - DNP han desarrollado las capacidades reales para hacerlo actualmente, y no
existen sistemas sólidos de pesos y contrapesos en cada región.
La distribución de los dineros sin una correspondencia con las capacidades
locales en ciencia y tecnología, desperdicia el papel de las universidades
acreditadas, que no tienen por qué coincidir espacialmente con las asignaciones
regionales basadas en criterios de equidad. La ciencia debe resolver problemas
urgentes de las regiones; pero las soluciones no tienen por qué ser solamente
dadas con ciencia “pastusa”, “paisa”, “costeña” o “cachaca”; y debe tener un
componente de ciencia básica, que ahora queda desamparada.
Hay que darle liderazgo a las universidades acreditadas de las grandes ciudades,
sin perjuicio de que se orienten a la solución de problemas críticos y estén
obligadas a desarrollar estrechos vínculos con universidades regionales en
formación de doctores e investigación conjunta. En esta perspectiva, y aunque
suene impopular, es problemático haber cedido totalmente a las regiones más
débiles institucionalmente y que no hayan desarrollado habilidades
investigativas, el poder de decisión sobre el uso de los recursos de regalías
para investigación e innovación.
En medio de la previsible disipación de rentas, las universidades acreditadas
deben buscar activamente alianzas mutuamente beneficiosas con universidades y
gobiernos regionales. El aspecto positivo será volcarse a solucionar problemas
críticos, a pesar de los costos de transacción del nuevo esquema.
FUENTE: Pagina Web del Centro Interdisciplinario de Investigación sobre Desarrollo -CIDER- de la Universidad de los Andes de Colombia. Fecha publicación: 01/03/2013. http://cider.uniandes.edu.co/Noticias/2013_01/Regalias_federalismo_fiscal_010313.asp
FUENTE: Pagina Web del Centro Interdisciplinario de Investigación sobre Desarrollo -CIDER- de la Universidad de los Andes de Colombia. Fecha publicación: 01/03/2013. http://cider.uniandes.edu.co/Noticias/2013_01/Regalias_federalismo_fiscal_010313.asp
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