miércoles, 13 de marzo de 2013

REGALÍAS Y FEDERALISMO FISCAL


REGALÍAS Y FEDERALISMO FISCAL


Por:     Juan Benavides
Director CIDER – Universidad de Los Andes

La Constitución de 1991 redujo el papel de las gobernaciones al construir un Sistema General de Participaciones orientado hacia los municipios y al haber reducido las fuentes fiscales departamentales. Esta situación cambió en 2011 con la redistribución de las regalías indirectas, antes concentradas en entes territoriales productores de hidrocarburos y minerales. Los dineros se reparten ahora con base en indicadores que incluyen las necesidades básicas insatisfechas (NBI). Una parte importante de estos dineros va a inversión y un 10% de los mismos a Ciencia, Tecnología e Innovación. 

Las gobernaciones ahora tienen presupuesto (cíclico con los precios de los bienes básicos) y, dado que Colciencias y el Sistema Nacional de Investigación -si es que existe- no se han fortalecido, tienen la voz cantante en las decisiones de investigación del país. Cuando uno se olvida de la debilidad institucional, distribuir recursos luce positivo en equidad. 

Pero, por una parte, en el caso del conocimiento, las ideas florecen con mayor intensidad en las aglomeraciones: cuando la población de una ciudad se duplica, los indicadores de producción, salarios o patentes aumentan un 15% per cápita. Al tiempo, los costos de infraestructura se reducen aproximadamente un 15% per cápita, por coincidencia. Las grandes ciudades como Bogotá,  Medellín, Cali o Barranquilla pueden producir más ideas a menor costo unitario. 

Por otra parte, la evidencia empírica mundial comprueba que se usan mejor los recursos fiscales locales que los recibidos de recursos centrales. Con el nuevo “maná” caído del cielo, el riesgo de captura por intereses especiales es inmenso. Se requieren instancias que pongan en línea las investigaciones con las necesidades del país como un todo. Ni Colciencias ni el Departamento Nacional de Planeación - DNP han desarrollado las capacidades reales para hacerlo actualmente, y no existen sistemas sólidos de pesos y contrapesos en cada región.

La distribución de los dineros sin una correspondencia con las capacidades locales en ciencia y tecnología, desperdicia el papel de las universidades acreditadas, que no tienen por qué coincidir espacialmente con las asignaciones regionales basadas en criterios de equidad. La ciencia debe resolver problemas urgentes de las regiones; pero las soluciones no tienen por qué ser solamente dadas con ciencia “pastusa”, “paisa”, “costeña” o “cachaca”; y debe tener un componente de ciencia básica, que ahora queda desamparada. 

Hay que darle liderazgo a las universidades acreditadas de las grandes ciudades, sin perjuicio de que se orienten a la solución de problemas críticos y estén obligadas a desarrollar estrechos vínculos con universidades regionales en formación de doctores e investigación conjunta. En esta perspectiva, y aunque suene impopular, es problemático haber cedido totalmente a las regiones más débiles institucionalmente y que no hayan desarrollado habilidades investigativas, el poder de decisión sobre el uso de los recursos de regalías para investigación e innovación. 

En medio de la previsible disipación de rentas, las universidades acreditadas deben buscar activamente alianzas mutuamente beneficiosas con universidades y gobiernos regionales. El aspecto positivo será volcarse a solucionar problemas críticos, a pesar de los costos de transacción del nuevo esquema.  

FUENTE: Pagina Web del Centro Interdisciplinario de Investigación sobre Desarrollo -CIDER- de la Universidad de los Andes de Colombia. Fecha publicación: 01/03/2013. http://cider.uniandes.edu.co/Noticias/2013_01/Regalias_federalismo_fiscal_010313.asp